La larga espera latinoamericana para acceder a las vacunas contra la Covid-19
Diciembre de 2020 fue un momento histórico para la humanidad: la vacuna contra la Covid-19 desarrollada por la farmacéutica estadounidense Pfizer y la biotecnológica alemana BioNTech fue la primera en ser aprobada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para su uso de emergencia. Mariângela Simão, subdirectora general de la OMS para el Acceso a Medicamentos y Productos Sanitarios, celebró la noticia haciendo un llamado a que se haga un esfuerzo “a nivel mundial para que el suministro sea suficiente y puedan satisfacerse las necesidades de la población prioritaria en todos los lugares del mundo”. Pero, dos meses después, apenas 79 de los 194 países del mundo habían recibido vacunas contra el virus.
Esta es una mala noticia porque, según expertos, es necesario que entre 70% y 90% de la población esté vacunada para llegar a la inmunidad colectiva. Los esfuerzos de vacunación solo funcionarán si la mayor parte de las personas está inmunizada. De lo contrario, nadie estará verdaderamente protegido y, lo que es peor, podría haber más y peores mutaciones del virus. El doctor Esteban Ortiz, especialista en salud global de la Universidad de las Américas (UDLA), explica que el hecho de que unos países estén vacunados y otros no podría dar lugar a nuevas variantes y que estas tengan algún mecanismo evolutivo. “Entonces, entre más tiempo la población permanezca sin vacunarse, le damos la oportunidad al virus de que mute, y sabemos que es un virus que tiene una capacidad de mutar moderada y puede poner en aprietos a los sistemas sanitarios”, dice Ortiz.
Este escenario se vuelve aún más preocupante cuando más de 130 países no han recibido una sola dosis de las vacunas. En relación con las grandes brechas entre países, el miércoles 17 de febrero, el secretario general de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, lamentó que el proceso de vacunación sea “tremendamente desigual e injusto”. Guterres también condenó que “el 75% de las inmunizaciones aplicadas hasta el momento se ha concentrado en tan solo diez naciones, todas ellas desarrolladas”. Se estima que cerca del 90% de las personas en 70 países de bajos ingresos no tienen posibilidades de vacunarse este 2021.
Felipe Carvalho, coordinador regional de la campaña de acceso de Médicos Sin Fronteras, dice que, producto de la inequidad en la distribución de la vacuna, “tenemos muchos países que están muy afectados por la pandemia, ni siquiera los profesionales de salud están recibiendo la vacunación”. Incluso, asegura que la actual crisis de acceso es “semejante o quizás peor que las crisis de acceso que hemos visto con los tratamientos de VIH, cáncer, hepatitis C”.
Para Xavier Maldonado, médico familiar y coordinador de la Asociación Latinoamericana de Medicina Social, la vacunación contra la Covid-19 muestra cómo se han ampliado las brechas de inequidad entre un polo desarrollado económicamente y otro que no lo está. “Hay países que tienen muchos más ingresos y tienen precomprada la vacuna tres, cuatro veces para cada ciudadano”, dice Maldonado. Ese es el caso de Canadá, que hace pocos meses enfrentó duras críticas por comprar cinco veces el suministro que necesita para cubrir a su población. Y no es un caso aislado: la centralización de la vacunación también se da en otros países desarrollados, en desmedro de los más pobres.
Israel, Emiratos Árabes, Reino Unido y Estados Unidos lideran la lista cuando se trata de vacunación. Israel es el país con más vacunas administradas por cada 100 habitantes. Hasta el 1 de marzo, se administraron 94,88 dosis por cada 100 personas, según el sitio de estadística de la Universidad de Oxford Our World in Data. Pero entre los vacunados, por ejemplo, no están los palestinos que viven en los territorios ocupados. Emiratos Árabes le sigue, con 52,56 vacunas por cada 100 habitantes. Cuando se trata del número de dosis diarias administradas, los mismos países encabezan la lista: Israel administra 1,44 y en Estados Unidos la tasa de vacunación por día es, en promedio, de 1,667,132 dosis; con eso, se necesitaría cerca de ocho meses para cubrir al 75% de la población estadounidense.
Pero los países más ricos no solo han empezado a administrar la primera dosis, sino que algunos ya han comenzado a administrar todas las prescritas de la vacuna —que en la mayoría son dos. En Israel, por ejemplo, el 31,05% de la población se ha vacunado completamente contra la Covid-19. Le sigue Estados Unidos, con un 4,49%.
Para Maldonado, la desigualdad se da porque la salud se convirtió en un negocio lucrativo. “Cuando la salud es una mercancía, obviamente la salud pública queda en segundo plano”, dice. Además, explica que ese es el motivo por el que una estrategia de negociación es poco viable en un país que tiene pocos recursos. “Se va a fijar en los países que puedan comprar más y vender más. Esta inequidad mundial en el acceso a vacunas refleja esta pobre concepción de la medicina”, asegura Maldonado.
En el caso de que la distribución de las vacunas continúe como ahora, es muy probable que se vuelva realidad el “fracaso moral catastrófico” que advirtió el director general de la OMS ante la acumulación de vacunas por algunos Estados. Claudia Vaca, profesora de la Universidad Nacional de Colombia y directora del Centro de Pensamiento, Medicamentos, Información y Poder de la Universidad Nacional, dice que las cifras de la distribución lo dicen todo: “Hay una discriminación, hay un apartheid en la distribución de vacunas a nivel global. Y hoy el 90% de los países ricos están acaparando la vacuna”. Para Vaca, los costes y retrasos que eso significa son muy graves en términos de equidad, desarrollo social, economía, pobreza y precariedad.
El doctor Esteban Ortiz explica que el proceso de vacunación en América Latina es mucho más lento y menos eficaz que en países desarrollados. Para el médico, la deficiencia se debe a que en la región “no somos productores de vacuna”, por eso “estamos a merced de quien [las] comercializa. Al haber un mercado competitivo del que más dinero tiene más vacunas compra, definitivamente se vuelve un reto vacunar a la población latinoamericana”.
Ortiz también dice que, aunque existen casos puntuales de países latinoamericanos, como Chile, que tienen un número de vacunas per cápita “envidiable inclusive para países desarrollados”, están otros, como Brasil o México, que tienen millones de vacunados, pero poblaciones muy grandes. Colombia, Ecuador, Bolivia y Venezuela recibieron al menos el primer cargamento de vacunas, pero enfrentan otros problemas, como corrupción, falta de transparencia y la ausencia de un programa de vacunación claro.
Para Claudia Vaca, América Latina sigue en una compleja cola de espera. La especialista explica que, si se sigue a esa velocidad de entrega de dosis, “antes de 10 años no estaríamos acabando la vacunación y para ese momento ya habría una inmunidad colectiva por contagio y un número de muertes incalculable”.
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