Pacto Histórico electoral en Colombia

Pacto Histórico: notas sobre las apuestas y tensiones en la construcción de un frente amplio en Colombia


Colombia se alista para volver a las urnas en el primer semestre de 2022, luego de cuatro años del regreso del uribismo al poder, bajo la presidencia de Iván Duque Márquez y el partido Centro Democrático. Una de las fuerzas claves para este proceso, y que podría alterar el ajedrez de la política nacional, es la articulación denominada Pacto Histórico. Esta coalición es una confluencia que se enuncia progresista y reúne, por ahora, partidos políticos de izquierdas, organizaciones y movimientos del campo popular (indígenas, afrodescendientes, campesinado, mujeres, feministas, activistas LGTBIQ+, ambientalistas, habitantes urbanos, jóvenes, etc.), algunos sectores cristianos y figuras políticas que participaron en los gobiernos de Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe Vélez, y que hoy se distancian de estos.

El 13 de marzo de 2022, el Pacto Histórico se someterá a una consulta interna para elegir su fórmula presidencial y vicepresidencial, al tiempo que tendrán lugar las elecciones parlamentarias. Dentro de las figuras más relevantes de la consulta se encuentra el precandidato Gustavo Petro, quien, en el periodo electoral anterior, obtuvo la votación más alta en la historia político-electoral colombiana para las fuerzas políticas progresistas y de izquierda,2 y, según las encuestas recientes, lidera la intención de voto. Dentro de quienes se someterán a la consulta para disputar, junto con Petro, la candidatura presidencial y vicepresidencial, se encuentran, a la fecha, la activista afrocolombiana y ambientalista Francia Márquez Mina3 (Soy porque Somos), la indígena Wayuú Arelis Uriana (MAIS), Luis Fernando Velasco (Liberales en el Pacto), Alfredo Saade (Movimiento Cristiano Levántate Colombia), Roy Barreras (Fuerza de la Paz) y Camilo Romero, de Verdes por el Cambio.
La disputa por el poder político electoral ocurre en un momento particular para el país. De un lado, se cumplen cinco años de la firma del Acuerdo de Paz con las antiguas FARC, marcados por el incumplimiento sistemático de lo pactado y la persistencia del conflicto armado. De otro, las recientes movilizaciones sociales (2019 y 2021) marcaron un importante precedente sobre el inconformismo de las mayorías frente a la profundización del modelo neoliberal, el aumento de la desigualdad económica, social, política, de género y la precarización de las condiciones de vida, agudizadas por la pandemia del COVID-19. De manera transversal, el país se ha enfrentado con un trato violento por parte del Gobierno y la fuerza pública hacia el derecho a la protesta, y la violación de derechos humanos está a la orden del día.

El Pacto Histórico se enfrenta con la necesidad de presentar una propuesta programática de país que persuada al electorado y resulte consistente para afrontar el momento político. Las izquierdas esperan que la apuesta del Pacto no solo redunde en la dimensión electoral, sino en cambios estructurales desde una perspectiva de democracia radical. Al mismo tiempo, como fuerza política emergente, el Pacto está atravesado por debates políticos relevantes para las disputas políticas contemporáneas en varias direcciones que vale la pena explorar.

En primer lugar, las discusiones sobre la construcción de consensos programáticos entre sectores con diversos y, a veces, opuestos y antagónicos intereses políticos. En este mismo sentido, se encuentran los debates sobre las apuestas feministas en las agendas programáticas y en los niveles de participación y decisión sobre las candidaturas. Asimismo, es necesario definir criterios de paridad política tendientes a eliminar las desigualdades de género, sin que se conviertan en medidas superficiales que instrumentalicen la participación política de mujeres y personas disidentes del sexo y género. Además, este debate está atravesado por las implicaciones ideológicas que supone el arribo de sectores cristianos fundamentalistas con posturas negadoras de los derechos de las mujeres y las personas LGBTIQ+, pero que se muestran, para algunos liderazgos, como imprescindibles para construir un pacto ‘amplio’. Por ejemplo, Gustavo Petro señaló que “el pacto es también con las diferentes creencias religiosas de Colombia”4 y ubicó a Saade como parte del “movimiento evangélico progresista”.

En este nivel ideológico, aparece la disputa entre quienes consideran que una coalición política de la envergadura del Pacto Histórico debe renunciar a su lugar de enunciación como una propuesta de ‘izquierdas’, y quienes afirman que invisibilizar la presencia de la izquierda limita las posibilidades de aperturas democráticas radicales y reproduce la estigmatización política.
En segundo lugar, surgen las discusiones sobre los mecanismos y procedimientos democráticos para evitar el ‘caudillismo’, así como para garantizar la participación y la toma de decisiones en igualdad de condiciones de todas las fuerzas políticas nacionales y regionales que componen la coalición: partidos políticos, organizaciones sociales y populares, y figuras políticas que aparecen como ‘independientes’ pero con importantes caudales político-electorales que les confieren un lugar de poder. Este debate está estrechamente relacionado con los criterios y la incidencia política de los diversos actores que componen el Pacto para definir las candidaturas, especialmente al Senado y a la Cámara de Representantes.

Con el propósito de trazar algunas pistas analíticas sobre el Pacto Histórico, entendido como un proyecto político en construcción, abordaremos la discusión en cuatro apartados. En el primero, presentamos un esbozo sobre las fuerzas y actores que conforman esta coalición. Segundo, nos referiremos a los consensos que, por ahora, se convierten en lo ‘común’ en términos programáticos. Tercero, describimos algunos debates y tensiones que emergen en la construcción de esta fuerza política y que convocan una reflexión crítica para repensar las posibilidades del Pacto Histórico, no solo como una fuerza capaz de ganar las elecciones presidenciales y obtener mayorías en el Congreso, sino como una apuesta transformadora de las formas conservadoras, clientelistas, corruptas y reproductoras del capitalismo, el racismo, el patriarcado y el colonialismo que atraviesan la cultura política en Colombia. Finalmente, señalamos algunos elementos de contexto político electoral con los cuales se enfrenta el Pacto Histórico y que marcarán sus posibilidades de convertirse en opción de poder.

* Diana Granados Soler, activista-feminista y profesora universitaria, y Luis Alejandro Delgado Restrepo, politólogo de la Universidad Nacional de Colombia.
2 En la segunda vuelta presidencial, Gustavo Petro representó a la articulación política denominada Colombia Humana y obtuvo 8 039 504 votos, el 41,7 % de la votación.

3 A la fecha de elaboración de este artículo, se anunció la renuncia del senador Alexander López, del Polo Democrático Alternativo (PDA) a la aspiración presidencial. Un importante sector de este partido ha sugerido que el PDA respalde a la precandidata presidencial Francia Márquez Mina.
4 El Espectador. 2021, 2 de noviembre. Reconciliación en el Pacto Histórico: el cristiano Alfredo Saade vuelve. https://www.elespectador.com/politica/reconciliacion-en-el-pacto-historico-el-cristiano-alfredo-saade-vuelve/